lunes, 3 de febrero de 2014

El ocho

- Por favor, Courtiade, no olvides a quien sirves - Le espetó Tayeyrand - Es imposible. Después de todo lo que has dicho de esa mujer... ¿cómo puede uno sugerir semejante cosa? Venderíais mi alma al diablo por siete piezas miserables.
- Por terminar de una vez por todas con este juego - Dijo Mireille, con un brillo intenso en la mirada - yo, vendería la mía.

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